25 octubre 2006

Mudanza

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17 marzo 2006

La final



"La vida nos acorta la vista y nos alarga la mirada. ¿Cómo poner otra figura en el paisaje sin desarticularlo como una feria invadida por la tristeza, sin que las nubes o los árboles se despeguen y salten como muñecos desarmados?"
Roberto Juarroz.


El ojo en en el ojo pero el corazón en Varsovia.
Tu pena sobre mi pena, mi remo sobre tu bote.

Como un guerrero Sumerio aprieto los dientes y huelo la sangre de nuestra última batalla: La final.

Las almas desencantadas se descubren en la pesadez selvática de mi mal humor.
Y ya no quiero discutir más, y solo quiero distancias.
Y ya tus ojos no me miran encantador, y ya mi cuerpo pide gancho.

Hoy, con el retrogusto de lo inevitable, se abre una nueva posibilidad.
Alternativas traidoras que aparecen cuando nadie las llama ni las busca.
Hoy mis pies amanecen separados de los tuyos por primera vez en setecientos treinta días y cinco horas con veintitrés minutos, los más largos de las últimas catorce horas pero mucho más cortos que los primeros sesenta segundos.

Tus palos chinos me alimentaron de algas y pasiones de fines de primavera, tus labios látigos flagelaron mi estima, hasta despertarla de su letargo.
Y solo escribo pavadas para pasar el rato, y solo pienso en tus ojos para vencer el miedo.


14 marzo 2006

Se vienen los Simpson, pero humanos



03 marzo 2006

Tres Segundos



-Claro, Herb. Tú sabes siempre muy bien lo que hay que hacer en tierra del prójimo. Plante esto, terraplene aquello. Pero de otro modo hablarías si la tierra fuera tuya.
Fragmento de "A Sangre Fría" Truman Capote.

El cielo se cae, la noche lo envuelve todo y el viento, siempre el viento.
El humo gentil del cigarrillo danza en puntas de pies esquivándome, mi mirada débil se entrega una vez más, casi sin oponer resistencia. Una mirada demasiado cobarde para intentar nuevamente cruzarse con esos ojos.

Esos ojos portadores orgullosos de la luz que azota de albor mi ventana, ellos no lo saben y creo que nadie se va a animar a contarles que no son más que la mejor parte de mi crepúsculo, ese que nos envuelve y dora nuestros cuerpos desnudos y amarillos, sudados y paganos, en constante vaivén, en un loop de movimientos y ahogos.

But for now, i just say i love you dice Jamie tímidamente en el aire mientras mi mirada se pierde una vez más en un ir y venir de libros, discos y cosas que nunca encuentran su lugar, aunque les puedo jurar que lo intentan cada día, en busca del tan preciado tabaco.

¿Qué más puedo decir? más que declararme culpable de los cargos y huir corriendo ante el primer descuido del oficial en custodia de mi imaginación. Una vez más, la pregunta favorita de mi neurosis vuelve a repiquetear en mi cabeza con ruido a llave que no quiere entrar en la maldita cerradura.

Pero, ¿Cuál es esa dichosa pregunta? ¿Encierra un contenido selecto e indescifrable que hace atractivo cada día solo por la posibilidad de enfrentarse al reto?
¿Son todas mis elecciones producto de un detallado análisis de posibilidades a favor y en contra o son una vez más el resultado de algún razonamiento trasnochado para luego terminar como un afluente más de la desgracia que ha poblado partes de mi corazón que, al igual que el de mi prima A. cada vez se rompe en trozos más pequeños? ¿Será una pregunta demasiado pajera? ¿O será que, tal vez, en un rapto de atrevimiento, los estoy entreteniendo con frases lo suficientemente largas, construidas con palabras muy sonoras, como para complicarles de manera sutil su entusiasta lectura?

Los días se van más rápido de lo que jamás hubiera pensado, no me dan tiempo a levantarme, darme una ducha y tomar un desayuno decente, no llego jamás a tiempo al aeropuerto de las horas, vago de gate en gate, víctima de una burla fatal a mi temperamento. De repente vuelvo a esos, ¿Cuantos habrán sido? ¿Tres miserables segundos de mirada fija? suficientes para dejarme pensando en vos, “la nueva”, preocupada porque yo encuentre todo lo que necesito, pero no dispuesta a darme lo que realmente puede llegar a salvarme la vida, o por lo menos eso que yo pienso que puede llegar a salvarme la vida.

Ahora, es hora de dormir, de llevar todas las cosas de esta irrealidad vacía, a la que algún iluminado llamó día, a un plano onírico de posibilidades infinitas, dónde, y al igual que en los libros, se encuentra la vida que yo quiero vivir. Esa vida que hace que mi boca desborde de jalea de placer, dejando todos mis labios pegoteados y sedientos de un poco de esa boca de “nueva” que me mira petrificada con una planilla en su mano y una birome en la otra mientras yo con mi mirada clavada en sus ojos, y abusando de mi facilidad para saltar de mundo en mundo, la hago mía aunque sea por estos tres segundos.


24 febrero 2006

Solo hace falta un minuto



La tierra no parecía la tierra. Nos hemos acostumbrado a verla bajo la imagen encadenada de un monstruo conquistado, pero allí…, allí podía vérsela como algo monstruoso y libre.

Miguel sale de la ducha, se seca rápidamente mientras tararea Paint in black de los Stones, es un gran fanático y se enorgullece de ello. Está muy ilusionado porque esta noche toca en vivo con su banda y por primera vez, parte de su familia irá a verlo. Mike sabe que con suerte y si siguen los recitales pagos como el de hoy, podrá dejar su laburo en la metalúrgica y dedicarse a su sueño, ser músico.

En otro lado de la ciudad, Magdalena maneja su automóvil por una calle céntrica, está muy retrasada debido a que hay varios piquetes de gente reclamando desde puestos de trabajo, pasando por depósitos bancarios hasta comida.

Magdalena luce irritada y mientras escucha la radio grita al aire un rosario de su mejor colección de insultos, tiene que apurarse a terminar los trámites impositivos del negocio que mantiene en sociedad con su esposo o tendrá que esperar hasta el año próximo.
Han gastado mucho dinero en el contador que le hizo el “dibujo” (como le gusta llamarlo a Ernesto, su marido) de sus impuestos, y quiere terminar este tema lo antes posible para llegar a su casa.

Francisco, el hijo de Magdalena recién se levanta y busca algo con que matar su ayuno mientras habla por teléfono y hace planes para la noche, va a ir a un recital. Su novia le cuenta los preparativos que la “banda” está haciendo para el concierto, desde la pirotecnia hasta los "trapos". La abuela de Tommy les armó una bandera majestuosa. Es un buen día el que empieza para Fran.

Ernesto cierra su negocio lamentándose por su suerte, el negocio no marcha como a él le gustaría y hoy tuvo que despedir a uno de sus empleados, Andrés, quien se fue irritado y con la promesa de un juicio laboral. A Ernesto no lo intimida el juicio, ni siquiera lo preocupa, de hecho no es la primera vez que despide a un empleado sin más justificación que sus magras ganancias y todo su personal está en “negro”, por lo cual se deshace de ellos sin mayor preocupación que la del proceso judicial en el que se verá envuelta su firma, la cual por otro lado ha cambiado de nombre varias veces a lo largo de los últimos doce años.

Andrés camina irritado por la calle, balbuceando insultos para su ex-jefe, OH si, tiene muchos planes para él, y para el juicio que piensa iniciarle, lo primero que piensa hacer es llamar a Silvia, su mejor amiga, abogada recién recibida para que lo asesore. OH sorpresa, suena su celular, mira el caller id, Silvia le ganó de mano. Habla un rato con ella pero le promete una explicación más frondosa del asunto. Silvia, entendiendo la inconveniencia que sería explicarle a todo lo que se enfrenta para sacarle unos magros tres mil pesos a su ex jefe, le propone salir a divertirse a la noche a cuenta de ella, Andrés acepta.

De vuelta en el centro y ya con su trámite terminado Magda se pasa una luz roja y atropella a un perro, es un perro de la calle, no es de ninguna raza, Magda baja de su auto presurosa y comienza a maldecir su suerte y la de su paracgolpes. El perro es marrón y tiene la trompa peluda como la de un terrier, yace agonizante en el asfalto hirviendo, es posible que se salve si lo llevan a un veterinario pronto, en realidad, las posibilidades no son muchas para ser honestos, pero, aunque lo fueran, Magda no es de ese tipo de personas. Vuelve a su auto y a la ruta rápidamente.

Juan cuelga el teléfono entusiasmado, cuando está por tomar su campera y su casco lo llama su jefe y le anticipa que antes de irse tiene dos últimas entregas, Juan le responde que ya está afuera de su horario, pero su jefe insiste muy disgustado por el atrevimiento de su empleado, y le recuerda lo afortunado que es por tener ese trabajo.

A regañadientes, Juan sale con su ciclomotor a hacer la entrega. En la puerta del boliche Miguel les da los pases para su familia a su hermano, sorpresivamente lo para un grupo de fans, madrugadores fans, le piden que les firme lo que sea, remera, tarjetas, cajas de fósforos, la piel, Miguel no lo puede creer y accede feliz, sus padres lo miran agigantarse y distinguirse de los demás.

Juan acaba de hacer una de sus entregas, de la que se va enojado y sin propina, tan solo para dirigirse a la próxima, la última. En el camino frena de golpe para evitar chocar a un auto, desde el auto con vidrios polarizados asoma Francisco. Lo insulta sin invitación ni contemplaciones, Juan le responde. Luego de un momento tenso cada uno de los jóvenes, como llevados de la mano del fin de semana y de los festejos de fin de año, sigue su camino ignorando al otro.

Unos metros atrás de donde Mike firmó remeras van llegando al lugar Silvia y Andrés, quienes luego de comer una pizza bien regada con cerveza, decidieron ir a escuchar un poco de música en vivo. El estudio para el cual trabaja Silvia representa a uno de los dueños de ese boliche y tiene entradas de favor, -un poco de rock and roll apaga cualquier incendio mental, le dice Sil a Andrés, quien asiente sonriendo.

Magdalena termina de recibir la pizza que pidió su marido casi media hora atrás, Juan, del otro lado de la puerta maldice su suerte, nada de propina y encima, reto por tardar más de lo usual, pero contrarresta su malestar diciéndose a si mismo que lo esperan, los festejos de fin de año y aparte se le hace tarde para su recital.

Son las 23:40 y el recital está a pleno, van por el cuarto tema y el clima es asfixiante y ensordecedor, mucho calor, mucha gente, mucha fiesta ritual, bengalas, tres tiros, la banda que arenga a la fiesta pagana, vivir eternamente. Francisco luce muy excitado, subido a los hombros de su amigo con una luz de bengala azul, se siente él mismo parte del show, olvida todo, a sus padres, a su suerte, a lo impermanente del amor. Silvia y Andrés bailan, se entrecruzan y hasta en alguna de las vueltas beben cerveza y se besan, no pudiéndolo creer ni ellos mismos.

Juan baila imitando a Mick Jagger, revolea su remera como si fuera un pañuelo y obtiene el reconocimiento del cantante de la banda quien lo invita a subir al escenario.
Magdalena cena con Ernesto y le cuenta lo mal que estuvo su día por culpa de esos que se dedican a perseguir quimeras en vez de trabajar, esa gente con carteles que pide justicia y no la dejan circular libremente con su auto, violando sistemáticamente sus derechos, Ernesto casi ni la oye, solo asiente como para no despertar sospechas, su mente está en otro lugar.

Mike da lo tres golpes con sus palillos para el próximo tema, la banda arranca, Juan, ya arriba del escenario, les brinda a todos su mejor “Jagger", Silvia y Andrés se besan, esta vez es un beso definitivo y entendido por los dos, el calor es asfixiante, la masa no para, Fran enciende un tres tiros con ayuda de una amiga y juntos lo ven explotar emocionados, Ernesto se saca de entre los dientes un pedazo de orégano ayudándose con la uña de su dedo meñique, Magdalena sigue insultando mientras mira la crónica de los cortes en el noticiero, está harta y cansada, el tiempo se detiene, Andrés mira en los ojos de Silvia, Mike deja caer los palos de la batería, Juan grita ¡Fuego!

Magdalena se despierta sobresaltada, son las 14:30 del miércoles, sus ojos lucen como si hubiera dormido toda su vida y recién hoy le hubiera tocado despertar. Se da una ducha rápida, tal vez para olvidar su mal sueño, toma un café con una tostada sin untar, hace unos llamados y prepara sus cosas para salir, antes de hacerlo, saca de un bibliorato una fotografía. La mira. La acaricia. Derrama lágrimas sobre ella y luego vuelve a guardarla. Al llegar a Plaza Miserere se abraza con dos mujeres más, el abrazo dura un rato largo, el abrazo las une. A lo lejos parecen ser una sola, luego, se reparten pancartas blancas con fotos y leyendas y caminan a unirse con el resto de la marcha.


17 febrero 2006

Geometría básica 1

Acorralados por las sombras de este mundo isósceles.
¿Quién no se ha aferrado, con el alma en un puño, a pretextos escalenos?
Víctimas inocentes, rostros desdibujados, almas nunca recuperadas.
Permanecemos encerrados en el rectángulo de nuestras limitaciones.
Amamos, sufrimos, nos tomamos de la mano del tío viento y nos dejamos arrastrar
Y no hacemos otra cosa, más que añorar un mundo un poco más equilátero.


11 febrero 2006

Insomne


Es un lugar inmensamente luminoso, blanco y brillante, con paredes de agua y con un árbol frutal que da todos los frutos. Hay césped en el centro, con columnas de luz en las paredes de agua, es un lugar muy grande con luz fuerte y difusa. Donde voy a estar (según el águila) no mucho tiempo hasta la próxima encarnación.

Noche oscura noche gris
noche de las mil noches
mi ser cae bajo tu hechizo
insomne una vez más, cuento.

¿Tocarán alguna vez mis anhelos puerto, o seguirán náufragos en un mar de desasosiego?
¿Parará este corazón su ritmo o se extinguirá como la brasa del tabaco aplastado contra el fondo del cenicero? (que es la depresión, la levedad constante)

¡Tanta levedad!
¡Tanta impermanencia!
¡Tanta ansiedad y tan poco tiempo!

Los desencuentros de esta historia se disparan una vez más y las esquirlas de la munición atraviesan mi piel pálida, candentes como el más absoluto sol del mediodía.

Si la tristeza fuese una moneda sería millonario. Pero muy a pesar mio, la levedad me alcanza una vez más, y con ella llega el sueño que seduce reparador.

Hijo de ningún padre, padre ausente de una maravilla. Figura exigua, silueta malhumorada.
No soy más que cien palabras en un cubilete sin dados, un callejón sin gatos, una noche sin lunas, un hombre parado frente a una montaña con sus manos chorreando sangre.

El fondo del mar espera, pero aún tengo ganas de sumar, para restar tengo (con suerte) cuarenta años más.

Te escupo lejos desdicha, hoy me apetece otro caramelo. La tristeza no es nada más que un arma cargada, y yo siempre fui incapaz de disparar.






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